viernes, 29 de marzo de 2013

VIERNES SANTO


VIERNES SANTO

El sol de Abril aun es ardiente y bueno
el surco, de la espera, resplandece;
pero hoy no llenes el ansia de su seno,
porque Jesús padece.

No remuevas la tierra. Deja, mansa
la mano y el arado; echa las mieses
cuando ya nos devuelvan la esperanza,
aun Jesús padece.

Ya sudó sangre bajo los olivos,
Y oyó al que amó que lo negó tres veces.
Mas, rebelde de amor, tiene aún latidos,
¡aun padece!

Porque tú, labrador, siembras odiando
y yo tengo rencor cuando anochece,
y un niño hoy va como un hombre llorando,
Jesús padece.

Está sobre el madero todavía
y sed tremenda el labio le estremece.
¡Odio mi pan, mi estrofa y mi alegría,
porque Jesús padece!
Poema de Gabriela Mistral.OFS

sábado, 23 de marzo de 2013

SANTA CLARA: DOMINGO DE RAMOS Y NOCHE DE SU CONSAGRACIÓN AL SEÑOR



 Clara abandona el hogar familiar el Domingo de Ramos, después de haber recibido de manos del obispo Guido la palma, figura de la pascua que realizará esa misma noche entre las manos de Francisco.

En la noche oscura, Clara sale de su casa teniendo por toda luz las antorchas que los hermanos de Francisco tenían en la mano. Son ellos los que deben conducirla a Nuestra Señora de los Ángeles (o Porciúncula), primera iglesia restaurada por Francisco. Allí la espera y le cortará los cabellos, ritual y signo de la consagración al Señor. 
A continuación, Clara, despojada de sus joyas y de sus bellas galas que llevaba en ese Domingo de Ramos, viste el hábito de penitencia. Inmediatamente, Francisco la conduce a un monasterio de benedictinas, San Pablo de Bastia, para que se inicie allí en la vida religiosa.
Es entonces cuando todo comienza para Clara. Su familia, conocida la fuga, sale en su búsqueda. Clara tuvo que sufrir los asaltos de los suyos, que no aprobaban su decisión de vivir pobremente, sin ningún medio de subsistencia. Ella quería esperar de la Providencia todo lo que necesitara para sobrevivir. A los ojos del mundo, corría el peligro de carecer de lo necesario lo que jamás ocurrió. La familia de Clara, tras comprobar su irrevocable decisión y la señal manifiesta de su don al Señor, la abandonó a su elección de vida.







DOMINGO DE RAMOS


Con el Domingo de Ramos empieza la Semana Santa. En este   día recordamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Este domingo resume los dos puntos fundamentales de la Pascua: La Pasión y Muerte de Cristo y su Resurrección gloriosa.

La Biblia menciona que cuando Jesús llegó a Jerusalén, la ciudad más importante, para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó.

Había mucha gente (niños y adultos), algunos habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas, lo esperaban para recibirlo como un rey, le cantaban cánticos y salmos, y lo alababan con palmas en las manos.

La gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso. Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”. (Hosanna significa “¡viva!”).












sábado, 16 de marzo de 2013

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA


Jesús no cae en la trampa. Les dice: "El que no tiene pecado, que le tire la primera piedra". 
Los judíos saben que todo hombre es pecador y los fariseos no podían pretender ante la gente estar sin pecado. Prefieren abandonar el lugar.
Queda Jesús solo con la mujer y le dice "Tampoco yo te condeno". Jesús vino para eso. Quiere perdonar a todos, también a los fariseos que cometieron, con sus planes homicidas, un pecado peor que el de la mujer. Pero ellos no se dejan y esa es la mayor tristeza para Jesús: Encontrar corazones duros que se empecinan en el pecado.  Que no quieren aceptar la salvación.
A la mujer perdonada le pide no volver atrás, no volver al pecado: "Anda y en adelante no peques más”.
Jesús es el único que ama al pecador. Jesús amó aquella mujer y sufrió al verla atrapada en el pecado y después en manos de aquellos que la atormentaban. Jesús da la vida por ella, para liberarla del pecado. Solo el Señor es capaz de reconstruir a la persona por dentro para convertirla en nueva criatura.



sábado, 9 de marzo de 2013

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

Cuando aún estaba lejos, dice la Escritura, lo vio su padre, y enterneciéronsele las entrañas y corriendo a su encuentro, le echó los brazos al cuello y le dio mil besos (Lc 15,20). Estas son las palabras del libro sagrado: le dio mil besos, se lo comía a besos. ¿Se puede hablar más humanamente? ¿Se puede describir de manera más gráfica el amor paternal de Dios por los hombres?
                                       

Ante un Dios que corre hacia nosotros, no podemos callarnos, y le diremos con San Pablo, Abba, Pater! (Ro 8,15) Padre, ¡Padre mío!, porque, siendo el Creador del universo, no le importa que no utilicemos títulos altisonantes, ni echa de menos la debida confesión de su señorío. Quiere que le llamemos Padre, que saboreemos esa palabra, llenándonos el alma de gozo.

La vida humana es, en cierto modo, un constante volver hacia la casa de nuestro Padre. Volver mediante la contrición, esa conversión del corazón que supone el deseo de cambiar, la decisión firme de mejorar nuestra vida, y que —por tanto— se manifiesta en obras de sacrificio y de entrega. Volver hacia la casa del Padre, por medio de ese sacramento del perdón en el que, al confesar nuestros pecados, nos revestimos de Cristo y nos hacemos así hermanos suyos, miembros de la familia de Dios.

Dios nos espera, como el padre de la parábola, extendidos los brazos, aunque no lo merezcamos. No importa nuestra deuda. Como en el caso del hijo pródigo, hace falta sólo que abramos el corazón, que tengamos añoranza del hogar de nuestro Padre, que nos maravillemos y nos alegremos ante el don que Dios nos hace de podernos llamar y de ser, a pesar de tanta falta de correspondencia por nuestra parte, verdaderamente hijos suyos.
 Es Cristo que pasa, 64


sábado, 2 de marzo de 2013

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

 La parábola de la higuera estéril - El tiempo de la misericordia.

 El viñador tiene esperanza en la higuera, a pesar de su esterilidad constatada, él cree poder ayudarla a cambiar de situación volviéndola fecunda. El cambio será tal que el fruto esperado no será una cuestión casual, sino que será  duradero: “fruto en adelante” (13,9).

El año más de paciencia que se le pide al viñador evoca su misericordia. Esta misericordia se hace concreta en el servicio que  se le presta a la higuera para que genere vida (13,8).

De la higuera se espera una respuesta. De esta respuesta dependerá su vida en adelante. Por eso llama la atención la manera como se conjuga la misericordia (Dios le da un tiempo más) con la justicia (“Si no da [fruto], la cortas” (13,9). Esto equivale a decir: “El hecho que todavía estés aquí es una oportunidad que Dios te está dando. Él te ha tenido paciencia. Pero no abuses de la misericordia de Dios. Llegará un tiempo en que ya no podrás hacer nada”.

Jesús interpela a todo aquel que está siempre dejando “para mañana” la conversión, el dejar definitivamente un mal hábito, el corregir una conducta dañina.  El retraso de la conversión nos coloca en una situación peligrosa.  El Señor da un tiempo de espera, y no lo hace de brazos cruzados, Él hace todo lo que puede para que por fin la higuera comience a fructificar.  Pero al final, “si no da fruto, se corta” (13,9).