Nace el 16 de mayo de 1579.
Santo Toribio de Mogrovejo llegó
al Perú el 11 de marzo de 1581. En ese momento la diócesis a él encomendada
tenía más de 6 millones de kilómetros cuadrados. Su labor como obispo fue
extraordinaria. Desde el primer día se impuso un horario riguroso. No tenía tiempo
para sí mismo sino sólo para Dios y los demás. Para Dios, pues aparte de la
celebración diaria de la Santa Misa, pasaba largos ratos de oración. Y el
tiempo dedicado a los demás se manifestó en todas las labores evangelizadoras
que impulsó.
Nuestro Padre Santo Toribio no
pudo ver su obra terminada, del monasterio de Santa Clara Barrios Altos_Lima. Él
como cuenta la historia trabajó muchas veces en la fabricación de los adobes
para las paredes del monasterio; pero falleció el 23 de marzo de 1606, dejando como
recuerdo para sus queridas hijas su corazón que hasta el día de hoy se conserva
en un relicario.
Respecto a su labor pastoral
entre los pueblos indígenas, buscaba la manera de hacerse entender por estos, bien
fuera aprendiendo y hablándoles en su propia lengua o, cuando la lengua de
éstos le era desconocida, buscando otras maneras, como varias veces le sucedió.
Su interés por los indígenas no se limitaba a la evangelización, pues se empeñó
en mejorar sus condiciones de vida, especialmente de aquellos empleados en las
grandes propiedades rurales y en las minas. Reivindicó que sus derechos fuesen
debidamente respetados por los españoles y que hubiese verdadera armonía entre
las clases sociales, como preconizaba la Escuela de Salamanca, que había
conocido en sus años de estudio en España.
Durante su trabajo episcopal en
Lima, Santo Toribio de Mogrovejo convocó y presidió el III Concilio Límense
(1582-1583), al cual asistieron prelados de toda Hispanoamérica, y en el que se
trataron asuntos relativos a la evangelización de los indígenas. De esta
asamblea se obtuvieron importantes normas de pastoral, como la predicación en
las lenguas nativas, para lo cual fue creada una facultad de lenguas nativas en
la Universidad de San Marcos y la catequesis a los esclavos negros, así como la
impresión del catecismo en idiomas castellano, quechua y aymara que se
constituirían en los primeros textos impresos en Sudamérica.
Fundó el primer Seminario
Americano en Lima en 1591 que en la actualidad lleva su nombre.Institución
apoyada económica, humana y espiritualmente por todo el pueblo peruano.
De sus raíces, de su objetivo
inicial, nos habla claramente la Carta de Santo Toribio al Rey Felipe II, 21 de
marzo de 1591: «Deseando, en conformidad del Santo Concilio de Trento, se
fundase un colegio Seminario para la gente pobre de estas provincias, donde
pidiesen ser bien instruidos y enseñados, y salir nuevas plantas en
aprovechamiento de estos naturales». De sus frutos, pudo decir con razón Juan
Pablo II al Cardenal Augusto Vargas Alzamora, en carta de 7 de diciembre de
1990: “El nombramiento de su primer Rector, el 7 de diciembre de 1590, ha
considerado como el acto fundacional del Seminario. La iniciativa estaba
destinada a perdurar y dar copiosos frutos, de manera que al celebrar hoy sus
400 años de existencia vienen a mi mente las palabras de Jesús, que pueden
aplicarse al santo Fundador: «Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y
que vuestro fruto permanezca»(Jn 15, 16).”
Hizo construir caminos, escuelas,
varias capillas, hospitales, conventos.En obediencia a las directrices dictadas
en el Concilio de Trento, se propuso reunir a los sacerdotes y obispos de
América para promulgar leyes acerca del comportamiento que deben tener los
católicos, para lo cual congregó a trece sínodos diocesanos y tres concilios
provinciales. Insistió y obtuvo que los religiosos aceptaran parroquias en
sitios supremamente pobres. Gracias a sus gestiones, el número de parroquias o
centros de evangelización en su Arquidiócesis, aumentó de 150 a 250 parroquias
en su territorio, al momento de su fallecimiento veinticinco años después.
El 23 de marzo de 1606, un jueves
santo, dejó de existir para la tierra pero comenzó a vivir en cielo. Fue
beatificado el 28 de junio de 1679 por el Papa Inocencio XI y canonizado el 10
de diciembre de 1726 por Benedicto XIII. El año 1983, el Santo Juan Pablo
II nombró a Santo Toribio de Mogrovejo
como Patrono del episcopado latinoamericano.
FOTOS DE LA CELEBRACIÓN EUCARISTICA POR LA FESTIVIDAD DE SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO 2015