El sagrado misterio de la Epifanía está referido en el
evangelio de san Mateo. Al llegar los magos a Jerusalén, éstos preguntaron en
la corte el paradero del "Rey de los judíos". Los maestros de la ley supieron
informarles que el Mesías del Señor debía nacer en Belén, la pequeña ciudad
natal de David; sin embargo fueron incapaces de ir a adorarlo junto con los
extranjeros. Los magos, llegados al lugar donde estaban el niño con María su
madre, ofrecieron oro, incienso y mirra, sustancias preciosas en las que la
tradición ha querido ver el reconocimiento implícito de la realeza mesiánica de
Cristo (oro), de su divinidad (incienso) y de su humanidad (mirra).
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