Jesús
no cae en la trampa. Les dice: "El que no tiene pecado, que le tire la
primera piedra".
Los
judíos saben que todo hombre es pecador y los fariseos no podían pretender ante
la gente estar sin pecado. Prefieren abandonar el lugar.
Queda
Jesús solo con la mujer y le dice "Tampoco yo te condeno". Jesús vino
para eso. Quiere perdonar a todos, también a los fariseos que cometieron, con
sus planes homicidas, un pecado peor que el de la mujer. Pero ellos no se dejan
y esa es la mayor tristeza para Jesús: Encontrar corazones duros que se
empecinan en el pecado. Que no quieren aceptar la salvación.
A
la mujer perdonada le pide no volver atrás, no volver al pecado: "Anda y
en adelante no peques más”.
Jesús
es el único que ama al pecador. Jesús amó aquella mujer y sufrió al verla
atrapada en el pecado y después en manos de aquellos que la atormentaban. Jesús
da la vida por ella, para liberarla del pecado. Solo el Señor es capaz de
reconstruir a la persona por dentro para convertirla en nueva criatura.
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