sábado, 23 de marzo de 2013

SANTA CLARA: DOMINGO DE RAMOS Y NOCHE DE SU CONSAGRACIÓN AL SEÑOR



 Clara abandona el hogar familiar el Domingo de Ramos, después de haber recibido de manos del obispo Guido la palma, figura de la pascua que realizará esa misma noche entre las manos de Francisco.

En la noche oscura, Clara sale de su casa teniendo por toda luz las antorchas que los hermanos de Francisco tenían en la mano. Son ellos los que deben conducirla a Nuestra Señora de los Ángeles (o Porciúncula), primera iglesia restaurada por Francisco. Allí la espera y le cortará los cabellos, ritual y signo de la consagración al Señor. 
A continuación, Clara, despojada de sus joyas y de sus bellas galas que llevaba en ese Domingo de Ramos, viste el hábito de penitencia. Inmediatamente, Francisco la conduce a un monasterio de benedictinas, San Pablo de Bastia, para que se inicie allí en la vida religiosa.
Es entonces cuando todo comienza para Clara. Su familia, conocida la fuga, sale en su búsqueda. Clara tuvo que sufrir los asaltos de los suyos, que no aprobaban su decisión de vivir pobremente, sin ningún medio de subsistencia. Ella quería esperar de la Providencia todo lo que necesitara para sobrevivir. A los ojos del mundo, corría el peligro de carecer de lo necesario lo que jamás ocurrió. La familia de Clara, tras comprobar su irrevocable decisión y la señal manifiesta de su don al Señor, la abandonó a su elección de vida.







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