Paz y bien hermanos:
Las Hermanas Pobres
de Santa Clara les desean a todos
ustedes una FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO 2014. Queremos compartir
con ustedes lo que significó Cristo para Nuestra
Madre Santa Clara escrito en sus cartas a Inés de Praga:
“Fija tu mente en
el espejo de la eternidad, fija tu alma en el esplendor de la gloria (cf. Heb
1,3), fija tu corazón en la figura de la divina sustancia (cf. Heb 1,3), y
transfórmate toda entera, por la contemplación, en imagen de su divinidad (cf.
2 Cor 3,18), para que también tú sientas lo que sienten los amigos cuando
gustan la dulzura escondida (cf. Sal 30,20) que el mismo Dios ha reservado
desde el principio para quienes lo aman (cf. 1 Cor 2,9).
Ama totalmente a
Aquel que por tu amor se entregó todo entero (cf. Gál 2,20), 16cuya
hermosura admiran el sol y la luna, cuyas recompensas y su precio y grandeza no
tienen límite (cf. Sal 144,3); hablo de aquel Hijo del Altísimo a quien la
Virgen dio a luz, y después de cuyo parto permaneció Virgen. 18Adhiérete
a su Madre dulcísima, que engendró tal Hijo, a quien los cielos no podían
contener (cf. 1 Re 8,27; 2 Cr 2,5), y ella, sin embargo, lo acogió en el
pequeño claustro de su sagrado útero y lo llevó en su seno de doncella.
¡Oh bienaventurada
pobreza, que da riquezas eternas a quienes la aman y abrazan! ¡Oh santa
pobreza, que a los que la poseen y desean les es prometido por Dios el reino de
los cielos (cf. Mt 5,3), y les son ofrecidas, sin duda alguna, hasta la eterna
gloria y la vida bienaventurada! ¡Oh piadosa pobreza, a la que el Señor
Jesucristo se dignó abrazar con preferencia sobre todas las cosas, Él, que
regía y rige cielo y tierra, que, además, lo dijo y las cosas fueron hechas
(cf. Sal 32,9; 148,5)! Pues las zorras, dice Él, tienen madrigueras, y las aves
del cielo nidos, pero el Hijo del hombre, es decir, Cristo, no tiene donde
reclinar la cabeza (cf. Mt 8,20), sino que, inclinada la cabeza, entregó el
espíritu (cf. Jn 19,30).
Con estas
intenciones que Dios los bendiga y que el Niño de Belén pueda nacer en nuestros
corazones, viendo en nuestros hermanos a Cristo que vive entre nosotros.
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