Lectura del santo
evangelio según san Marcos (1,12-15):
En aquel tiempo, el
Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto
cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre
alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan,
Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido
el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el
Evangelio.»
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Lo primero que nos
muestra Cristo es que la tentación no tiene nada de malo en sí
misma. Hay una diferencia grandísima entre sentir la tentación y
aceptar la tentación. Podemos sentir todas las tentaciones del
mundo, pero si no las aceptamos no hay problema. Además, si las
rechazamos por amor a Dios, la tentación se convierte en un momento
valiosísimo. Podemos demostrarle que le preferimos a Él antes que a
nosotros mismos.
Jesús vence las
tentaciones del demonio porque prefería vivir la voluntad del Padre
antes que la suya, porque buscaba la gloria del Padre sobre la suya,
porque ponía los planes de Dios antes que los suyos.
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