En este año de la fe, la fiesta del Bautismo de
Jesús y su experiencia de ser el Hijo amado de Dios, nos invitan a reiterar
nuestra pertenencia de cristianos, bien renovando las promesas bautismales,
bien con opciones semejantes a las que tuvieron Zaqueo y el ciego, que
cambiaron enteramente su modo de vida y se convirtieron en discípulos
emblemáticos de Jesús.
Las palabras de Dios Padre que escuchó Jesús son
el secreto de su modo de vida. La certeza de saberse amado de Dios es la fuente
de la que brota la confianza, el abandono, la fuerza, la obediencia, la entrega
total.
El ardor, el gozo, el testimonio en la vivencia
cristiana dependen de tener o no la convicción creyente de ser, como Jesús,
amados por Dios, sostenidos por Él. Quienes fuimos bautizados, hemos
recibido el don precioso de la filiación divina adoptiva, y desde esta
conciencia nos debería acompañar el gozo desbordante por sabernos amados en el
Hijo amado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario