El Señor leyó la antigua profecía de Isaías que
decía: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha
enviado para anunciar el Evangelio a los pobres…». Terminada la lectura,
explicó la lectura de un modo absolutamente inesperado a la asamblea que lo
escuchaba con gran atención y curiosidad: “Hoy”, es otras palabras, en Él se
cumplía verdaderamente aquella antigua profecía. Él se presentaba ante sus
oyentes como el Mesías prometido por Dios para la salvación de su Pueblo, el
Ungido con el Espíritu divino, el enviado por Dios a anunciar la Buena Nueva de
la Reconciliación a la humanidad
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