sábado, 5 de abril de 2014

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA


Jesús antes de realizar el milagro de la resurrección de Lázaro en Betania hace una solemne proclamación de Sí, que ha dado a generaciones y generaciones de cristianos, a través de los siglos, una esperanza de firmísima certeza. Dice el Señor a Marta, hermana de Lázaro: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en Mí, no morirá para siempre" (Jn 11, 25-26). En cuanto Hijo de Dios, Jesús no es solamente Mediador para sus fieles, sino también autor o causa eficiente de esa vida superior que vence a la muerte y no es dada sólo en el último día, sino todos los días. El Señor pide a Marta y, por lo tanto, a todos nosotros esta fe. Respondamos también nosotros, juntamente con Marta, con una profesión de fe en Jesús, Mesías: "Sí, Señor: yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo" (Jn 11, 27).

Reconozcamos también nosotros a Cristo como a nuestro Señor, como a Aquel que está ante nosotros, lo mismo que estaba ante la tumba de Lázaro en Betania. También nosotros tenemos necesidad de resurrección. ¿Acaso no es toda nuestra vida un resurgir del mal, de la enfermedad, de la muerte? Pero no temamos, hay un Salvador, está Jesucristo entre nosotros. El está ante nosotros y nos grita como a Lázaro: "Ven afuera" (Jn 11, 43). Sal fuera de tu enfermedad física y moral, de tu indiferencia, de tu pereza, de tu egoísmo y del desorden en que vives. Sal fuera de tu desesperación y de tu inquietud, porque ha llegado el tiempo anunciado por los Profetas, el tiempo de la salvación, en el que "yo os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío... os infundiré mi espíritu y viviréis" (cf. Ex 37, 12-14).

 

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