El Evangelio del día de
hoy nos presenta precisamente esta verdad fundamental de nuestra fe,
sobre la cual se basan nuestras certezas y seguridades
sobrenaturales: ¡Jesucristo fundó realmente su Iglesia y colocó a
Pedro y a sus sucesores como piedra angular de la misma!:
“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. A ti te daré las llaves del Reino de los cielos, y lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo; y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. ¡Esto es lo que da fuerza y solidez a nuestra fe, y por eso nos proclamamos, con santo orgullo, “católicos, apostólicos y romanos”!
“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. A ti te daré las llaves del Reino de los cielos, y lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo; y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. ¡Esto es lo que da fuerza y solidez a nuestra fe, y por eso nos proclamamos, con santo orgullo, “católicos, apostólicos y romanos”!
Este es un punto
fundamental que, tristemente, niegan los hermanos separados, que se
autodenominan “cristianos” y que, dicho claramente, han
abandonado la fe católica para pasarse a las diversas denominaciones
protestantes.
En el Papa los católicos
tenemos un punto firme y seguro de nuestra fe porque Jesucristo quiso
edificar su Iglesia sobre Pedro y sus sucesores. En sus enseñanzas y
en su Magisterio pontificio hallamos una roca inconmovible de frente
a los oleajes de confusión doctrinal que hoy en día se arremolinan
por doquier, sobre todo en todas esas sectas que quieren asolar y
engañar a los fieles católicos. En el Papa, en los Obispos y en los
sacerdotes fieles ,es decir, en todos aquellos que reconocen la
autoridad del Romano Pontífice, siguen su Magisterio y transmiten
sus enseñanzas, encontramos al mismo Cristo, Buen Pastor, que guía
a sus ovejas a los pastos del cielo. ¡Escuchemos su voz, sigamos sus
huellas, imitemos su ejemplo de amor, de santidad y de entrega
incondicional para el bien de todos los hombres, nuestros hermanos.
Que éste sea hoy nuestro
compromiso: de vivir, defender y proclamar nuestra fe católica, en
obediencia al Papa y a nuestros pastores; y, si Dios lo permitiera,
también pedirle la gracia de morir por ella, como lo hicieron un día
los cristeros y todos nuestros mártires. Que Dios así nos lo
conceda y desde ahora proclamemos nuestra fe con nuestras propias
obras.
Autor: P. Sergio A.
Córdova LC
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