Judío de la tribu de
Benjamín, Saulo fue enviado por sus padres desde muy joven a
Jerusalén, donde se instruyó en la Ley de Moisés con el fariseo
Gamaliel. Luego, ingresó a la severa secta de los fariseos,
convirtiéndose en un perseguidor y enemigo de Cristo. Lo apasionado
de su persecución lo llevó a ofrecerse al sumo sacerdote para ir a
Damasco a arrestar a todos los judíos que confesaran a Jesús, pero
Dios decidió mostrar su misericordia y paciencia con Saulo y ya
cerca de Damasco, una luz del cielo brilló sobre él y sus
compañeros, cegándolo por espacio de tres días, tiempo en el que
permaneció en casa de un judío llamado Judas, sin comer ni beber.
Por revelación de
Cristo, el cristiano Ananías fue al encuentro de Saulo, quien
recuperó la vista y se convirtió, accediendo al bautismo y
predicando en las sinagogas al Hijo de Dios, con gran asombro de sus
oyentes. Así el antiguo perseguidor blasfemo se convirtió en
apóstol y fue elegido por Dios, como uno de sus principales
instrumentos para la conversión del mundo.
aciprensa.
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