sábado, 15 de marzo de 2014

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA


Jesús invitó a su Transfiguración a Pedro Santiago y Juan. A ellos les dio este regalo, este don. Ésta tuvo lugar mientras Jesús oraba, porque en la oración es cuando Dios se hace presente. Los apóstoles vieron a Jesús con un resplandor que casi no se puede describir con palabras: su rostro brillaba como el sol y sus vestidos eran resplandecientes como la luz.
Los personajes que hablaban con Jesús son: Moisés y Elías.
Moisés, fue el que recibió la Ley de Dios. Representa a la Ley.
Elías, es el padre de los profetas. Representa los profetas.
Ellos dan testimonio de Jesús, quien es el cumplimiento de todo lo que dicen la ley y los profetas.
Ellos hablaban de la muerte de Jesús, porque hablar de la muerte de Jesús es hablar de su amor, es hablar de la salvación de todos los hombres. Precisamente, Jesús transfigurado significa amor y salvación.
De la nube que los envuelve sale la voz del padre que dice "Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle" la invitación a escuchar a su hijo significa seguirlo. Escuchar y poner en practica su palabra es simentar nuestra casa sobre roca y no sobre arena.
¿Qué nos enseña este acontecimiento?
-Nos enseña a seguir adelante aquí en la tierra aunque tengamos que sufrir, con la esperanza de que Él nos espera con su gloria en el Cielo y que vale la pena cualquier sufrimiento por alcanzarlo.
-A entender que el Cielo es algo que hay que ganar con los detalles de la vida de todos los días.
-A entender que el sufrimiento, cuando se ofrece a Dios, se convierte en sacrificio y así, éste tiene el poder de salvar a las almas. Jesús sufrió y así se desprendió de su vida para salvarnos a todos los hombres.
-A valorar la oración, ya que Jesús constantemente oraba con el Padre.
-A vivir el mandamiento que Él nos dejó: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”.
 
 

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