Con imágenes muy
explícitas, el Señor pide a los suyos que se definan por él o en
contra. No acepta entre los suyos personas de “medias
tintas”.Muchas veces, la vida nos obliga a tomar decisiones: si
estudiamos una carrera, es necesario renunciar a otras; cuando
nos enamoramos de una persona, excluimos a las segundas; y si
elegimos ser honestos, no podemos mentir ni ser parte de la
corrupción. Una vez que optamos, se abre un camino que nos lleva a
la vida o a la destrucción
La primera imagen que
señala Jesús es el fuego que él vino a traer a la tierra y
que significa luz, calor, transformación, purificación y
pasión. En el hogar, es fraternidad, aceptación alegre del
otro y presencia querida. En las iglesias, indica la
presencia eucarística del Señor: en Pascua, el cirio nos recuerda
que él está resucitado y vive entre nosotros. En el Bautismo, nos
entregan un cirio encendido, símbolo de nuestra fe en el
Señor, la que no debemos permitir que se apague a lo
largo de la vida.
El Señor era como
una llama de fuego que no dejaba a nadie indiferente. Sus
enemigos hicieron todo lo posible para apagarlo hasta
eliminarlo.
Otra imagen es el
bautismo, que Jesús quería recibir, aunque se llenaba de
angustia al pensar en él. Ya había sido bautizado en el
Jordán, por lo tanto, cuando el Señor expresó esto, sus
discípulos entendieron que hablaba de una prueba frente a sus
enemigos y adversarios, y que esta vez iría hasta el final. Jesús
vino con una misión del Padre y quiere cumplirla, por lo cual
necesita recibir el bautismo de la tarea encomendada.
Con estas imágenes,
Jesús indica que los que caminan con él no lo hacen de manera
indiferente, indecisa, especuladora o tibia. Hoy saliste de tu casa
para participar de esta eucaristía. El Señor quiere que
vuelvas más apasionado por él y los tuyos, y le hagas un
lugar en tu corazón y en tu hogar, aunque eso te cueste mucho.
P. Aderico Dolzani,SSP
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