sábado, 1 de octubre de 2016

SÉPTIMO DÍA DE NOVENA A FRANCISCO: "Francisco y la Virgen María"

La profunda devoción y piedad mariana del Santo de Asís es evidente desde la época de su conversión: Bernardo de Quintavalle, que lo hospedó algunas veces en su casa, "lo veía pasar las noches en oración, durmiendo poquísimo y alabando al Señor y a la gloriosa Virgen su Madre, y pensaba, lleno de admiración: 'Realmente, este hombre es un hombre de Dios" (2Cel., 24).
Su amor especial por la Madre del Señor se manifiesta también en la elección de residir en la Porciúncula. Allí gozaba a menudo de la visita de los Ángeles, como parecía indicar el nombre de la iglesia misma, llamada desde antiguo Santa María de los Ángeles. Por eso la eligió como residencia, por su veneración por los ángeles y su especial amor por la Madre de Cristo" (L.Mayor, II,8).

Francisco amaba de manera particular aquel lugar, lo amaba "más que todos los demás lugares del mundo. Aquí, en efecto, conoció la humildad de los comienzos, aquí progresó en las virtudes, aquí alcanzó felizmente la meta. En el momento de la muerte recomendó este lugar a los frailes, como el más querido de la Virgen" (Ibid.), "porque quería que la Orden de los Menores creciera y se desarrollara, bajo la protección de la Madre de Dios, allí donde, por méritos de ella, había tenido su origen" (L.Mayor, III,5). Una característica de María que llena de gozo a Francisco y lo hace especialmente devoto de ella es su maternal misericordia; es ella, "la Madre de la misericordia” que se manifiesta en la concesión del "Perdón de Asís", episodio que marca el triunfo de la misericordia de Dios y de la atenta intercesión de la Madre.
Francisco saluda a María como "virgen hecha Iglesia", porque ella es la mujer "pensada" desde toda la eternidad para ser la Madre del Verbo encarnado, el comienzo y la imagen de la Iglesia, nuevo Israel. Esta mujer resplandece de gracia y belleza, es la "Señora Santa", consagrada por el Padre con el Hijo y el Espíritu Santo, porque en su seno tenía que bajar el Verbo de Dios; de la "santa y gloriosa Virgen María"
También en las oraciones de Francisco encontramos importantes referencias a María; en  el Saludo a la Bienaventurada Virgen , himno de alabanza que exalta la divina maternidad, obra de Dios, Trino y Uno:
"¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios,
María virgen hecha Iglesia,
elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Defensor,
en ti estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien!
¡Salve, palacio de Dios!
¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve, casa suya!
¡Salve, vestidura suya!
¡Salve, esclava suya!
¡Salve, Madre suya!
y ¡salve, todas vosotras, santas virtudes,
que por la gracia e iluminación del Espíritu Santo,
sois infundidas en los corazones de los fieles,
para hacerlos de infieles, fieles a Dios!"


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