viernes, 30 de septiembre de 2016

SEXTO DÍA DE NOVENA A FRANCISCO: "Francisco y la Naturaleza"

Para Francisco, contemplar la creación era experimentar la grandeza y la prodigalidad del Dios Altísimo… Nada tan bello, tan extremadamente hermoso como la Creación de Dios. Tan pura y tan idéntica, y tan radicalmente divina. Con esta naturaleza se identificó Francisco. Con esta naturaleza comulgó a Dios. Y esta naturaleza, únicamente divina, es la fuente de la ecología franciscana.

Francisco admiraba la naturaleza. Sentía un gran amor por los animales, platicaba con ellos, los cuidaba y protegía. Sabía que en la creación estaba la huella de Dios.
  "Tú Francisco, por humildad, no quisiste nunca pensar como los hermanos de tu fe que Dios hizo a las criaturas: corderos, vacas, venados para el servicio y gloria del hombre. Las criaturas nacieron para sí mismas, y por eso tú las llamabas hermanas. " (G.Mistral, Motivos de S.Fco.).

San Buenaventura refiere que, cierto día, estando el Santo en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles, una persona tuvo a bien regalarle una ovejita, y la recibió con mucho agradecimiento, porque le complacía ver en ella la imagen de la mansedumbre.

Después de recibida, mandó San Francisco a la ovejita que atendiese a las alabanzas que se tributaban a Dios y no turbase la paz de los religiosos con sus balidos. El animal, como si hubiese entendido al siervo de Dios, observaba con fidelidad su mandato pues tan pronto como oía el canto de las divinas alabanzas en el coro, se aquietaba, y si alguna vez se metía en la capilla, quedábase inmóvil en un rinconcito sin causar la menor molestia.

Pero el prodigio era ver cómo después del rezo divino, si se celebraba el santo Sacrificio de la Misa, al tiempo de elevar el sacerdote la Sagrada Hostia, la ovejita, sin ser enseñada de nadie, se ponía de pie e hincaba las rodillas en señal de reverencia a su Señor.
San Francisco amó a todas las criaturas de Dios y siguió Su ejemplo de bondad, misericordia, compasión y amor por toda la creación.

Oraciones franciscanas por todos los animales


Bendito seas, Dios Todopoderoso,
creador de todos los seres vivos.
En el quinto y sexto días de la creación,
Tú creaste peces en los mares,
aves en el aire y animales en la tierra.
Tú inspiraste a San Francisco para que considerara a todos los animales
como sus hermanos y hermanas.
Te pedimos que bendigas a este animal.
Por el poder de Tu amor,
permite que [el animal] viva según Tu deseo.
Siempre serás alabado
por toda la belleza de Tu creación.
¡Bendito seas, Dios Todopoderoso, en todas Tus criaturas! Amén.

jueves, 29 de septiembre de 2016

QUINTO DÍA DE NOVENA A FRANCISCO:"Francisco y la fraternidad"

San Francisco de Asís es aquel que hizo verdad uno de los sueños  más profundos e irrenunciables del hombre: la fraternidad. De la fraternidad hizo una de la grandes prioridades  prácticas del proyecto de vida, que lleva creando, en torno a sí, una singular comunidad de hermanos: en igualdad, la exclusión de todo dominio, el servicio y la obediencia recíproca, el respeto a las diferencias, el afecto mutuo, y la expresión privilegiada de la gratuidad de su vida fraterna. Y en el centro de la vida cotidiana apone el perdón, un lucido acto creador de reconciliación fraterna.
  Uno de los pilares fundamentales que sustentan el ideal Franciscano es "LA FRATERNIDAD, valor de la convivencia de un grupo de hermanos en torno a Cristo, de la misma forma como Jesús vivió con sus discípulos, así mismo quiso experimentar Francisco ese ideal en su vida, en una relación de hermandad, de aceptación mutua, de minoridad (pues nadie es más o menos que el otro), y también bajo el concepto de una relación sincera y de respeto, pues el hermano espiritual es un regalo de Dios, no elegido por uno mismo sino entregado como una bendición en nuestras vidas.
Por ello Francisco repetía en su testamento: “El Señor me dio hermanos

miércoles, 28 de septiembre de 2016

CUARTO DÍA DE NOVENA A FRANCISCO:"Francisco y la minoridad"

Francisco quiso que entre sus frailes ninguno fuese llamado prior, sino que todos indistintamente se llamaran sencillamente hermanos menores (cfr. Rnb VI, 3-4).
La minoridad nace en Francisco de Asís como regalo frente al amor de Dios, que no dudó en entregar a su Hijo que se hizo hombre y se hizo obediente hasta la muerte de cruz (Fil 2,6-8; 2CtaF 1), haciéndose así menor y sometido a todos.
Cuenta Celano que San Francisco "era menor por profesión" pues era consciente que el mismo Cristo "se humilla cada día como cuando desde el trono real bajó al seno de la Virgen: diariamente viene a nosotros con humilde semblante; diariamente desciende del seno del Padre al altar en las manos del sacerdote"
Francisco encontró el fundamento de la minoridad en el Dios- hombre, en el Cristo crucificado de San Damián. El encuentro con el leproso abandonado y excluido de la sociedad y del sistema de su tiempo, hizo sí que ‘saliese’ del siglo y cambiase su condición social y su residencia, emigrando a Santa María de los Ángeles, se hizo menor.
Francisco realizó opciones valientes de minoridad:
• Autoridad sin poder que domina,
• Servicio caracterizado por la humildad,
• Relaciones fraternas con toda la creación,
La minoridad implica el reconocimiento del don del hermano y lleva al ejercicio común de la corresponsabilidad y de la participación de todos los hermanos en la animación de la fraternidad.
En la fraternidad donde todos han elegido ser menores y servir mas que ser servidos, todos no solo se llamen indistintamente hermanos, sino que  realmente lo sean en la participación y en las decisiones relativas a la vida de la fraternidad.

martes, 27 de septiembre de 2016

TERCER DÍA DE NOVENA A FRANCISCO: "Francisco y la Dama Pobreza"

Francisco comentaba: "sí, estoy enamorado y es de la novia más fiel y más pura y santificadora que existe". Los demás no sabían de quién se trataba, pero él sí sabía muy bien que se estaba enamorando de la Dama  pobreza, se enamora de la Pobreza, a la que llama "Dama", puesto que fue el vestido que escogió el Hijo de Dios al Encarnarse.
La pobreza una manera de vivir lo más parecida posible al modo totalmente pobre como vivió Jesús... Y se fue convenciendo de que debía vender todos sus bienes y darlos a los pobres. 
Paseando un día por el campo, encontró a un leproso lleno de llagas y, venciendo la espantosa repugnancia que sentía, le besó. A partir de entonces empezó a visitar a los enfermos en los hospitales y a los pobres. Y les regalaba cuanto llevaba consigo.
A pesar de predicar especialmente a los pobres e identificarse con ellos, “Francisco tenía el hábito de alertar a sus discípulos, exhortándolos a no condenar y no despreciar a aquellos que vivían en la opulencia y vestían con lujo. Decía que “también ellos tienen a Dios por Señor, y que Dios puede, cuando quiere, llamarlos, como a los otros, y hacerlos justos y santos”. Uno de esos nobles le dio al Poverello el Monte Alvernia, donde recibiría la mayor gracia de su vida.
Por tanto, sabía Francisco que abrazar la Pobreza es abrazar a Cristo Crucificado, y que no se puede llegar a abrazarle mientras no se desprenda el alma de todo afecto o querer particular.

lunes, 26 de septiembre de 2016

SEGUNDO DÍA DE NOVENA A FRANCISCO: "Francisco y la Oración"

Francisco  a través de su vida diaria siempre oraba y esto se puede apreciar en momentos importantes como en la ermita de San Damián, ahí Cristo le habla; en el monte Alvernia donde recibe las llagas y compuso las alabanzas al Dios Altísimo, además en Greccio representando el primer pesebre viviente.

  Es interesante hacer notar que Francisco se preocupaba por preservar el espíritu de oración, por ello cuando escribe a San Antonio concediéndole permiso para enseñar la sagrada teología a los hermanos le pide que el estudio de esta debe ser  hecho de modo que no “apague el espíritu de la santa oración y devoción.”

La oración era para Francisco la respuesta natural a la presencia de Dios en su vida, ella deja de ser un deber u obligación y se transforma más bien en el modo en el que “vivimos, nos movemos y somos” (Hch 17,28).

Una dificultad notable para la vida de oración en nuestro mundo actual es la falta de tiempo. Por ello Francisco propuso tres libros de oración a sus primeros seguidores: El Evangelio, la cruz y la naturaleza.
Quizás nosotros también necesitemos aprender a leer de verdad estos libros.
Por desgracia no estamos acostumbrados a hacer un alto para descubrir el sentido verdadero y esencial de las cosas que nos rodean.
Estamos ocupados y ansiosos acerca de muchas cosas,  la misma observación que Jesús hizo a Marta hace tantísimos años (cfr. Lc 10) y muchas veces nos sentimos arrastrados en direcciones opuestas. A esto Francisco propone una simple solución: orar siempre.




domingo, 25 de septiembre de 2016

Domingo XXVI del Tiempo Ordinario - "Misericordia: puente sobre el abismo"

La parábola del rico sin nombre y el pobre Lázaro comienza como un cuento moralizante. Pero su final no tiene una moraleja, sino que es sabiduría de salvación para nosotros. Es parte del anuncio del Reino que vino a instaurar Jesús.

No se debe deducir que en el más allá todo cambia para bien del que lo pasa mal en esta vida y pensar en la eternidad como un consuelo para nuestras frustraciones. El Señor no condenó la buena vida, ni las riquezas de este hombre que vivía a cuerpo de rey, ni sus banquetes.

Condenó que no supiera ver al prójimo y que no solo no tratara de superar el abismo entre los dos, sino que, además lo aumentara.

La misma brecha que los dividía aquí es la que encontró después. Nada podía colmarlo, y, en el más allá, era imposible hasta para Abraham, el padre de todos.

El rico podía llenar ese abismo con misericordia y construir un puente entre él y Lázaro. En cambio, no hizo nada y lo eternizó con sus acciones. El infierno no es el fruto inesperado del juicio, sino la lenta maduración de nuestras acciones en esta vida. Todo se decide en esta vida.

El error del rico es no haberse dado cuenta de la existencia del pobre que estaba a su puerta, para él Lázaro no existía.

El mal es la indiferencia con la que dejamos intacta la separación entre nosotros y nuestros prójimos. El primer milagro de un bautizado es advertir que los demás existen y tender puentes de misericordia y perdón. Esa es la única manera de superar los abismos. Es notable que en la parábola ni se nombre a Dios... Pero su presencia resulta tan notoria que ni hace falta mencionarlo.

Jesús vino a este mundo y se hizo como un hombre cualquiera para construir un puente entre Dios y nosotros. Así enseñó con su vida y su muerte que somos hermanos y llegamos al Padre que nos espera a todos del otro lado

P. Aderico Dolzani,SSP


PRIMER DÍA DE NOVENA DE SAN FRANCISCO "Señor, haz de mi un instrumento de tu paz".

En la Leyenda de los Tres Compañeros encontramos la admonición de Francisco a sus hermanos: “Que la paz que anuncian de palabra la tengan, y en mayor medida, en sus corazones. Que ninguno se vea provocado por ustedes a ira o escándalo, sino que por vuestra mansedumbre todos sean inducidos a la paz, a la benignidad y a la concordia. Pues para esto hemos sido llamados: para curar a los quebrados, para vendar a los heridos y para corregir a los equivocados”.


Haz de mi un instrumento de tu Paz, Videoclip Musical from JMJ Producciones on Vimeo.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Domingo XXV del Tiempo Ordinario - "Somos simples administradores"

Es increíble y meticuloso el sistema desarrollado por el hombre para atestar que es propietario de algo y asegurarse de que nadie se lo vaya a enajenar. Escrituras, contratos, acuerdos, sellos y garantías.
Cuando ya tenemos todos los documentos, nos serenamos porque somos dueños exclusivos. Todos acatamos este sistema, que es aún más minucioso en el caso de las asociaciones, de los
estados, de las multinacionales. Forma parte del culto a la propiedad. En tiempos no muy remotos, esclavitud mediante, nos adueñábamos legalmente hasta de las personas.
Sin embargo, si nos detenemos a meditar un instante, podemos ver que no somos propietarios de nada. Desnudos hemos venido al mundo y desnudos vamos a partir. Con todos esos documentos podemos solo demostrar que estamos administrando durante un breve período bienes que en el fondo pertenecen a Dios.
Si somos los felices titulares de una casa o departamento, pensemos cómo lo gestionamos para que sirva al plan de Dios. Si somos una nación soberana, ¿cómo administramos esta porción del planeta que está en nuestras manos? ¿Está en función del bien común o buscamos aprovecharnos de cualquier oportunidad para apropiarnos de lo público?
Si convivimos en una ciudad, cómo cuidamos el espacio público para que sea una morada digna para todos... Basta ver como abunda la basura para no dudar de la irresponsabilidad de ciertas actitudes.
La humanidad habita esta tierra e incursiona ya en los planetas, no obstante se comporta como dueña arruinándola y corriendo el riesgo de autodestruirse...El centro del evangelio de hoy es claro: no se puede servir a dos señores, al dinero y a Dios. En eso se nos va la vida.
 P. Aderico Dolzani,SSP


domingo, 11 de septiembre de 2016

Domingo XXIV del Tiempo Ordinario - "Dios siempre está buscándonos "

Lucas dedica el centro de su evangelio a la misericordia, que Jesús enseña con parábolas y con el ejemplo de vida. El Evangelio, hoy inicia diciendo que se dirige a los escribas y los fariseos que se creían justos. Como si hoy hablara a los que se creen los buenos de nuestras comunidades. El Señor no condena a nadie, pero invita a los justos a que no se fíen de la propia justicia y se dejen convertir por la justicia de Dios.
El pecador siente necesidad de la misericordia cuando reconoce su condición; el que se cree justo no la quiere para sí, ya que piensa que no la necesita para sí ni para los otros por ser culpables. Así pensaba Jonás. De este modo, se rechaza a Dios al despreciar su amor por todos sus hijos. Dios no nos perdona porque hemos pecado, sino porque somos sus hijos.
En el Antiguo Testamento, Dios se revela en los profetas y los salmos como pastor. En los evangelios, se define como el buen Pastor. En la parábola del hijo pródigo y en muchos pasajes de la Escritura, su corazón se dirige al hijo que falta, y no basta con la presencia de todos los demás para consolarlo. Cada uno de nosotros tiene un valor infinito para su corazón de Padre.
En las parábolas, podemos ver que la oveja perdida es encontrada no por su conversión sino porque el buen Pastor sale a buscarla. En la parábola de la dracma Dios toma el rostro materno. Nada puede hacer la moneda para ser hallada, es Dios con rostro de madre que la busca hasta encontrarla. En el relato del hijo pródigo, el muchacho se fue feliz con la herencia, y el Padre sufrió la pérdida.
La iniciativa es siempre de Dios, padre rico en tiempo y misericordia. Su alegría será completa cuando pecadores y justos se conviertan por igual para poder ser amados por Dios y amarse entre ellos. Hoy Dios tomó la iniciativa con cada uno de nosotros

P. Aderico Dolzani,SSP

domingo, 4 de septiembre de 2016

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario - "Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío"

Una muchedumbre acompaña a Jesús, pero él no se asombra por el número, no espera la aprobación ni el aplauso; le interesa la integridad del corazón de cada uno de los que lo siguen, especialmente de sus discípulos.

En esas condiciones, muchos líderes de este mundo buscarían alagar a las masas para aumentar la aprobación y así sostener sus propios intereses de dominio sobre las personas. Políticos, comunicadores, artistas, publicistas... son maestros en estas artes de seducción.

Jesús, en cambio, pronuncia palabras fuertes a todos los que lo escuchan: “Si uno no me ama más que a sus padres, mujer e hijos...”. “Si uno no me ama más que a su propia vida...”. “El que no renuncie a todos sus bienes no puede ser mi discípulo”.Estas palabras son como los clavos de la cruz: si las escuchamos, entran en nuestra carne viva y duelen. Pero condicionan la vida, que de otra manera la perdemos. Para comprender el mensaje de Jesús, no debemos poner el centro del texto de hoy en las renuncias, sino en el deseo de ser sus discípulos, compañeros en la vida.

La renuncia sola produce insatisfacción y frustraciones, no felicidad. Renunciar para conquistar y vivir un amor nos hace felices. Jesús no pretende mucho de nosotros, quiere absolutamente todo, como todo amor grande y único.

En la vida avanzamos sobre la base de renuncias y sacrificios, de lo que somos capaces de dejar libremente porque vivimos una pasión que nos empuja y obliga desde el corazón. Rezamos verdaderamente cuando nos disponemos a decirle a Dios que lo amamos por encima de todas las cosas y las personas, y que nadie está antes que él. Esa es la fuerza de los mártires, de los santos y no una vana ascética masoquista.

Jesús, que nos visita en esta eucaristía, se hizo pan para cada uno de nosotros porque nos quiere. Hoy nos invita a ser el pan que necesitan nuestros hermanos.

P. Aderico Dolzani,SSP









domingo, 28 de agosto de 2016

Domingo XXII del Tiempo Ordinario - "Todo el que se ensalce, será humillado"

Jesús es invitado al banquete por uno de los fariseos más influyentes de la ciudad, que sabe que corre el riesgo de escuchar palabras duras de digerir, pero que puede demostrar a los otros comensales su influencia y poder, y darse el lujo de invitar a un huésped incómodo para algunos de sus amigos. Jesús sabe que lo observan y, al mismo tiempo, observa lo que sucede. Él ve cómo los invita dos compiten por los primeros puestos, pues para ellos lo importante es no ser menos que el otro y ser más considerado que los demás. Seguramente, él, invitado especial, ocupa uno de esos lugares y puede observar la escena desde un lugar de privilegio.
Mientras se acomodan los puestos según cómo lo dispone el dueño, o cómo los acaparan los prepotentes, Jesús propone otra lógica: elegir el último lugar. Este no es un sitio de castigo, normalmente es el lugar de Dios, el de Jesús, el de quien vino para servir y no para ser servido, el lugar de quien ama más que nadie y quiere hacer un lugar para los demás.
El que se coloca en el último lugar, recibe un tratamiento muy especial: lo llaman amigo.
Jesús se dirige también al dueño de casa para sugerir otra lógica al realizar una fiesta: organizar algo para quienes no pueden dar nada a cambio.
Nosotros tampoco salimos de la costumbre de invitar a los cuatro escalones sociales más cercanos: familia, parientes, amigos y vecinos importantes. Sabemos que ellos nos invitarán. Hay un tácito “te invito, y no me olvides cuando prepares algo”.
Haciendo lo que sugiere Jesús, el círculo de los cuatro grados se amplía, y entran personas de la comunidad, compañeros de trabajo, compañeros de infancia quizás en dificultades, enfermos a los que podemos levantarles el ánimo... Estos no podrán invitarnos, pero nos harán felices porque nos llenarán el corazón de sentimientos que, sin estos gestos, nunca experimentaríamos.
Para ser felices, hay que obrar como Dios, que ama sin hacer cálculos.
 P. Aderico Dolzani,SSP


miércoles, 24 de agosto de 2016

SAN LUIS REY DE FRANCIA PATRONO DE LA ORDEN FRANCISCANA SEGLAR (OFS)

Comprendió que todas las cosas de este mundo le pertenecen al rey del cielo. Supo cuidar del bien espiritual y temporal de sus súbditos.

Nació el año 1214. Subió al trono de Francia a la edad de veintidós años. De su matrimonio tuvo once hijos, a los que personalmente dio una excelente educación. Se distinguió por su espíritu de penitencia y oración, y por su amor a los pobres. En su manera de gobernar, se preocupó de la paz entre las naciones y del bien temporal y espiritual de sus súbditos. Promovió dos cruzadas para liberar el sepulcro de Cristo, y murió cerca de Cartago el 25 de agosto de 1270.

DEL TESTAMENTO ESPIRITUAL DE SAN LUIS A SU HIJO(Acta Sanctorum Augusti 5 [1868]1, 546)
Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible.
Hijo, debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal.
Además, si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido. Y, si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas.
Asiste, de buena gana y con devoción, al culto divino y, mientras estés en el templo, guarda recogida la mirada y no hables sin necesidad, sino ruega devotamente al Señor, con oración vocal o mental.
Ten piedad para con los pobres, desgraciados y afligidos, y ayúdalos y consuélalos según tus posibilidades. Da gracias a Dios por todos sus beneficios, y así te harás digno de recibir otros mayores. Para con tus súbditos, obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está la razón. Pon la mayor diligencia en que todos tus súbditos vivan en paz y con justicia, sobre todo las personas eclesiásticas y religiosas.
Sé devoto y obediente a nuestra madre, la Iglesia romana, y al sumo pontífice, nuestro padre espiritual. Esfuérzate en alejar de tu territorio toda clase de pecado, principalmente la blasfemia y la herejía.
Hijo amadísimo, llegado al final, te doy toda la bendición que un padre amante puede dar a su hijo; que la santísima Trinidad y todos los santos te guarden de todo mal. Y que el Señor te dé la gracia de cumplir su voluntad, de tal manera que reciba de ti servicio y honor, y así, después de esta vida, los dos lleguemos a verlo, amarlo y alabarlo sin fin. Amén.


domingo, 21 de agosto de 2016

Domingo XXI del Tiempo Ordinario - "¿Son pocos los que se salvan?"

Es verdad que son pocos los que se salvan? ¿Cuántos se salvan? Ya en tiempos de Jesús esta pregunta daba vueltas en la cabeza de la gente. Jesús no responde con cifras ni porcentajes, sólo indica el camino de la salvación, como si nos dijera que no nos preocupemos por el número, sino por salvarnos. Y da algunos detalles importantes para lograrlo: la puerta de entrada es estrecha, o sea que no pasan los grandes; hay que hacerse pequeño, humilde. Al cielo: no llegan los que quieren merecerlo con la propia voluntad, sino los que se lo piden al Padre del cielo. El Padre, en el momento preciso, abrirá la puerta lo más que pueda, entonces será muy ancha para los pequeños. Al cielo no se puede llegar con equipajes, presunciones o por mérito propio, invocación de amistades, haber comido o bebido con el Señor o haberlo acompañado en los caminos, los templos y las plazas. Para el que llegue con estas excusas, la puerta será estrecha, y no podrá pasar. Por el contrario, la puerta será hermosa y grande para los que han recibido a Dios de mil formas al buscarlo sobre todas las cosas y confiar sólo en él. Para estos, él dará una gran fiesta en la que ya participan multitudes de Oriente y Occidente, ricos, pobres y gente de todas las razas y los pueblos de la tierra. Jesús enseña esto en el camino a Jerusalén, donde va precisamente para abrirnos la puerta a todos con su pasión y muerte. Al final de ese camino, prepara una cena a la que ha invitado a sus amigos con el fin de celebrar un memorial para la salvación de todos los hombres. Él quiere abrirnos la puerta, pero con la condición de no ir cargados de nuestro propio “yo”.Hoy Jesús te invita a vivir de manera tal que la puerta estrecha sea bella y ancha al final de tu camino.
P. Aderico Dolzani,SSP

domingo, 14 de agosto de 2016

Domingo XX del Tiempo Ordinario - "He Venido a Traer Fuego"

Con imágenes muy explícitas, el Señor pide a los suyos que se definan por él o en contra. No acepta entre los suyos personas de “medias tintas”.Muchas veces, la vida nos obliga a tomar decisiones: si estudiamos una carrera, es necesario renunciar a otras; cuando nos enamoramos de una persona, excluimos a las segundas; y si elegimos ser honestos, no podemos mentir ni ser parte de la corrupción. Una vez que optamos, se abre un camino que nos lleva a la vida o a la destrucción
La primera imagen que señala Jesús es el fuego que él vino a traer a la tierra y que significa luz, calor, transformación, purificación y pasión. En el hogar, es fraternidad, aceptación alegre del otro y presencia querida. En las iglesias, indica la presencia eucarística del Señor: en Pascua, el cirio nos recuerda que él está resucitado y vive entre nosotros. En el Bautismo, nos entregan un cirio encendido, símbolo de nuestra fe en el Señor, la que no debemos permitir que se apague a lo largo de la vida.
El Señor era como una llama de fuego que no dejaba a nadie indiferente. Sus enemigos hicieron todo lo posible para apagarlo hasta eliminarlo.
Otra imagen es el bautismo, que Jesús quería recibir, aunque se llenaba de angustia al pensar en él. Ya había sido bautizado en el Jordán, por lo tanto, cuando el Señor expresó esto, sus discípulos entendieron que hablaba de una prueba frente a sus enemigos y adversarios, y que esta vez iría hasta el final. Jesús vino con una misión del Padre y quiere cumplirla, por lo cual necesita recibir el bautismo de la tarea encomendada.
Con estas imágenes, Jesús indica que los que caminan con él no lo hacen de manera indiferente, indecisa, especuladora o tibia. Hoy saliste de tu casa para participar de esta eucaristía. El Señor quiere que vuelvas más apasionado por él y los tuyos, y le hagas un lugar en tu corazón y en tu hogar, aunque eso te cueste mucho.
P. Aderico Dolzani,SSP

jueves, 11 de agosto de 2016

CELEBRACIÓN EUCARISTICA POR LA FESTIVIDAD DE SANTA CLARA DE ASÍS LIMA -PERÚ 2016

FOTOS DE LA CELEBRACIÓN EUCARISTICA
FESTIVIDAD DE SANTA  CLARA DE ASÍS LIMA -PERÚ  2016


 La misa fue Presidida por Fr. Tomás Valencia Minaya OFM, de la Provincia Franciscana de los XII Apóstoles del Perú.




domingo, 7 de agosto de 2016

LA PROMESA DE SAN FRANCISCO

El privilegio de la pobreza,
que has elegido de corazón;
es la corona que te embellece
y te configura con el Señor.


Yo te prometo, hermana Clara
y a tus hermanas de San Damián,
y en torno al mundo a todas tus hijas,
que nunca nada les faltará.

Tengan confianza, no tengan miedo,
no les asalte ningún temor;
pues siendo esposas de Jesucristo,
son también reinas de la creación.

Por ser ustedes las damas pobres,
vírgenes dadas a la oración;
cuentan con los hermanos menores,
para sustento y protección.

Es la promesa que yo, Francisco,
hago a la planta que yo sembré;
y por las mismas llagas de Cristo,
estoy seguro que cumpliré.

Domingo XIX del Tiempo Ordinario - "Estén prevenidos y preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada".

En el Evangelio, el Señor nos pide varias veces no tener miedo y, muchas otras, ser alegres y felices. Esto no se trata de una doctrina que aprender, sino una sabiduría divina para vivir, que requiere cambiar los criterios de vida de quien no conoce a Dios como Padre, como único Señor a quien servir y amar.Pensar, decidir y sentir que nuestro úni-co tesoro es el Papá del cielo, significa que todo lo demás es secundario y no merece que le dediquemos la vida. Nos impone una escala de valores materiales, de las relaciones humanas, de búsqueda de bienes espirituales...

Hoy Jesús nos define como un feliz y pequeño rebaño al que el Padre del cielo le ha dado el Reino. Podemos pensar que, como a Adán, Dios nos ha concedido este paraíso que es la tierra y nos ha dejado la administración total de todos los habitantes, los animales y la naturaleza.
Como dice la parábola, todo está en nuestras manos. Lamentablemente, creemos que no somos responsables de haber ensuciado este paraíso casi por completo, las relaciones humanas no son buenas y hay guerras y muerte.

Incluso, somos capaces de destruir nuestro paraíso antes de que el Señor vuelva. Dios es el gran ausente de su creación, y, si bien esto nos duele, es la garantía de nuestra libertad. Si Dios estuviera gestionando este mundo, le temeríamos como a un gran jefe infalible e implacable y no lo amaríamos como a un padre. Generalmente, pensamos que el regreso del Padre será como el fin del mundo, entonces lo asociamos con el miedo. Jesús, en cambio, nos enseña a esperarlo con alegría, porque, cuando llegue y nos encuentre administrando bien este paraíso y viviendo como hermanos, no nos sentará en el banquillo del juicio, sino en la mesa del banquete y será él mismo quien nos sirva. Dios no se muestra como el dueño de este mundo, que vuelve a pedirnos cuenta y al que tenemos que servir. Él nos pone a nosotros mismos en el sitio del dueño y él es el que nos sirve. Así es Dios Padre. A este Dios es al que quiero servir todos los días y las noches de mi vida, y a nadie más.

P. Aderico Dolzani, SSP.

domingo, 31 de julio de 2016

Domingo XVIII del Tiempo Ordinario - " Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos".

Una persona le pide a Jesús que sea juez entre él y su hermano en la división de su herencia. Esto significa que piensa que el Señor es justo y recto. Pero Jesús rechaza el pedido porque no vino para sustituir a los jueces o solucionar nuestros problemas. Sus palabras son luz para que encontremos el camino y capacitarnos para juzgar por nosotros mismos con justicia y caridad.
El Señor no vino para remplazar nuestra libertad de pensar y hacer, tampoco por razones de bien, sino para hacernos libres frente a nosotros mismos de nuestro egoísmo, e infundirnos la fuerza del Espíritu para elegir el bien por sobre toda tentación de corrupción. El pedido de ayuda para repartir una herencia da pie a Jesús para enseñarnos con una parábola a cómo comportarnos frente a los bienes de este mundo. Un hombre emprendedor, rico, sin nombre, aparentemente solo, tuvo una gran cosecha, tan abundante que no cabía en sus silos. Pensó que debía derribarlos para construir otros más grandes. Cuando puso todo en resguardo, se convenció de que había hecho algo muy bueno y entonces podía descansar. No obstante, le llegó el aviso de que esa misma noche partiría de la Tierra.

Jesús no dice que este hombre era una persona injusta, deshonesta, mala, pero sí lo define como necio porque ha hecho que todo su futuro y su vida dependiera de los bienes que llegó a acaparar. No se dio cuenta de que los bienes “prometen” colmar el corazón, pero que, en realidad, lo dejan vacío; que pueden “vendernos” una vida tranquila, pero no añaden un día a nuestra vida, pues de pan solo no vive el hombre. Ese hombre era rico, pero solitario; no había nadie a su alrededor, por eso era un pobre “de relaciones humanas y espirituales”, no tenía a nadie en el corazón fuera de sí mismo sus silos y su gran cosecha.
Vivió estúpidamente y dejó todo a quien no había trabajado. Cosechó la muerte que sembró en su vida. Los únicos bienes por los que merecemos vivir son Dios y los hermanos.
P. Aderico Dolzani, ssP.

domingo, 24 de julio de 2016

Domingo XVII del Tiempo Ordinario - Han recibido el Espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios: ¡Abba!, es decir, Padre

Los discípulos veían que el Señor rezaba antes de hacer un milagro o de comenzar una nueva etapa. Sabían que pasaba noches en oración y, por eso, se alejaba del grupo. Notaban cómo, en esos momentos, Jesús se transformaba. Ellos querían vivir lo mismo que el Maestro porque imaginaban que esos momentos eran muy especiales. Por esta razón, le pidieron que les enseñara a rezar. Todas las oraciones de Jesús en los evangelios comienzan de la misma forma: “Abbá”, “Padre”.

Pero, para entender mejor, debemos traducir esta palabra por “papá”, “papito”. Este es el modo de dirigirse a Dios, una palabra que tiene sabor a casa, hogar, familia y cariño filial, y no a templo, sinagoga, religión o ritos. Asimismo, se trata de la manera en que el niño habla con su papá, y no el modo en que un sacerdote se dirige a Dios.

Este tipo de oración escandalizó a sus paisanos, tanto que una de las acusaciones que lo llevaron a la condena, fue por decir ser Hijo de Dios.

Para nosotros rezar es sinónimo de pedir, insistir u obtener algo de modo gratuito o a cambio de algún sacrificio. Por eso buscamos reforzar la oración con alguna promesa que ablande a Dios...

En el “Padrenuestro”, que nos enseñó Jesús, el cariño está por encima de las peticiones. El Hijo se interesa por las causas de Papá Dios: su nombre, reino y voluntad. El Papá Dios se interesa por las causas de sus hijos: el pan, el perdón, los males que nos afligen y las tentaciones que nos atormentan. Además, con esta oración, no reza cada uno por sí mismo: nunca decimos “mío”, sino

“nuestro”. Cuando pido el pan para mí, es un pedido material. Cuando lo pido para todos los necesitados, presento una necesidad espiritual, porque es el espíritu el que desata en mí esa oración.

P. Aderico Dolzani ssp 


domingo, 17 de julio de 2016

Domingo XVI del Tiempo Ordinario - Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor.

Jesús era recibido con frecuencia en la casa de Marta y de María. Allí enseñó a preferir sobre todas las cosas la escucha de su Palabra y la amistosa cercanía a su Persona.
«Sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra». La actitud de María resume perfectamente la postura de todo discípulo de Jesús. «A los pies del Señor», es decir, humildemente, en obediencia, en sometimiento amoroso a Cristo, consciente de que Él es el Señor; no como quien toma apuntes para preparar sus propias palabras, sino como quien se deja instruir dócilmente, más aún, se deja modelar por la Palabra de Cristo. Y ello en atención permanente al Maes­tro, en una escucha amorosa y continua, pen­diente de sus labios, como quien vive de «toda palabra que sale de la boca de Dios».

«Sólo una cosa es necesaria». Son palabras para todos, no las dijo Jesús sólo para las monjas de clausura. Y, si sólo una cosa es necesaria, quiere decir que las demás no lo son. Pero, por desgracia, ¡nos enredamos en tantas cosas que nos hacen olvidarnos de la única necesaria y nos tienen inquietos y nerviosos! Y lo peor es que, como en el caso de Marta, muchas veces se trata de cosas buenas. Las palabras de Jesús sugieren que nada debe inquietarnos ni distraernos de su presencia y que, en medio de las tareas que Dios mismo nos encomienda, hemos de permanecer a sus pies, atentos a Él y pendientes de su palabra.
Esta actitud de María, la hermana de Marta, se realiza admirablemente en la otra María, la Madre de Jesús. Ella es la perfecta discípula de Jesús, siempre pendiente de los labios de su Maestro, totalmente dócil a su palabra, flechada hacia lo único necesario.
El primer mandamiento de Dios es amarle sobre todas las cosas. Él es el único importante. Este es el mandamiento más combatido actualmente en una sociedad que quiere implantar el agnosticismo y el laicismo: pensar, actuar y legislar como si Dios no existiera.